Ser mujer en un tren de India

Un viaje en tren unirá el destino de seis mujeres tan iguales como diferentes. A pesar de sus edades diversas, sus orígenes, sus elecciones personales y su estado civil, cada una de ellas está atravesada por el hecho de haber nacido mujer en un país que tiene normas estrictas para ellas, restringiendo sus libertades al punto de hacer que sus historias estén unidas por la dureza. 

Hasta 1998 existía un vagón exclusivo en los trenes destinado a viajeras mujeres con el fin de “protegerlas” de hombres que pudieran tachar su honor, acosarlas o de que ellas mismas pudieran provocar tales situaciones. Este hecho da título al libro de la presente reseña: El vagón de las mujeres (2002), escrito por la autora india Anita Nair.

“El tren sabía adónde iba. No tenía que decírselo ella. El tren seguirá despierto aunque ella se duerma.”

Akhilandeswari, Akhila o simplemente Akka, una mujer soltera de 45 años, sube a un tren nocturno que parte de Bangalore con destino a Kanyakumari con una voz interior que se pregunta constantemente si es posible vivir sola. Trabaja en el Ministerio de hacienda y, si no ahondamos en la profundidad de su persona, podría parecer que lleva una vida acomodada en un país donde impera la pobreza. Sin embargo, a medida que suben otras pasajeras al vagón de las mujeres conocemos más acerca de su pasado y las decisiones que la llevaron a encontrarse en un tren nocturno a por un nuevo rumbo, no solo geográficamente sino también en su vida personal. 

“Yo también tengo que aprender a avanzar con la marea de la vida, en lugar de dejarme arrojar a la orilla.” dice Akhila, la voz narradora de esta historia, sobre su propia existencia.

Janaki, una anciana poco tradicional; Prabha Devi, una ama de casa; Margaret, una profesora de química opacada por su marido; Sheela, una adolescente idealista y Marikolanthu, la última pasajera del vagón, son los personajes cuyas historias nos llegan hasta lo más profundo del alma. Cada una de ellas despierta en Akhila preguntas acerca de su pasado, el cual se marca por la muerte de su padre y su deber, como hermana mayor y heredera de su puesto de trabajo, de convertirse en el sustento de su familia dejando de lado sus propios deseos, proyectos y hasta su propia felicidad. Akhila tenía diecinueve años cuando se convierte en jefa de hogar con el objetivo de mantener a su madre y sus hermanos, asegurarse de la educación de estos últimos y atenerse a las ideas tradicionales como joven nacida  en la casta de los brahmanes. 

Cada una de estas cinco historias resuenan en Akhila como propias y es en la pluralidad de voces, en lo colectivo, donde logra consolidarse su individualidad. Quien antes fue presa de las convenciones sociales se encuentra ante la oportunidad de ser libre mediante la toma de sus propias decisiones. Decisiones que incomodan, sí, pero también liberan.

“El amor es un fluido incoloro y volátil. El amor se inflama y arde. El amor no deja residuos, ni humo ni cenizas. El amor es un veneno disfrazado de vino.”

La prosa de Anita Nair es amigable e invita a reflexionar sobre nuestros propios caminos como mujeres o sobre las diferencias que padecemos en contraste con el sexo opuesto. Esta literatura tan rica en cuestionamientos sociales y de género nos deja movilizadas al punto de querer compartirlas por todos lados. Por aquí mi misión ya se encuentra un poco más realizada. 

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