Joan Didion es de esas escritoras a las que se vuelve prácticamente imposible no querer ni admirar. Su figura inspira respeto, ternura, dolor. Porque a través de sus escritos creemos que podemos conocerla un poco. Es ensayista, novelista, periodista, ha escrito guiones para películas y obras de teatro.
Es una de las autoras más famosas de todos los tiempos, e importantísima en el llamado Nuevo Periodismo y prácticamente una precursora del ensayo de crítica social.
“Me paralizaba la convicción de que escribir era un acto irrelevante, que el mundo como yo lo entendía ya no existía”

En el documental, Joan Didion: El centro cede, dirigido por su sobrino Griffin Dunne, con entrevistas a la escritora, una mujer que sobrepasa los 80 años, casi en los huesos. Vemos su fragilidad y conocemos de su propia voz los inicios de su carrera, su vida y tragedia.
Desde pequeña fue incentivada a escribir por su su mamá, quien le regaló un gigante bloc de notas, con la sensata y premonitoria sugerencia: deja de quejarte y aprende a entretenerte escribiendo tus pensamientos. Fue también ella quien la motivó a postular a una pasantía en la Revista Vogue, donde comenzó su carrera como periodista.
Como cuenta ella misma en el documental, siempre tuvo una predilección por lo extremo que partió desde pequeña y la siguió por el resto de su carrera.
“La primer entrada en ese bloc de notas fue sobre una mujer que cree que se está congelando en una noche ártica solo para descubrir al amanecer que está en el desierto de Sahara donde morirá de calor antes del mediodía. No tengo idea de qué inclinación en una mente de cinco años podría haber existido insistentemente una historia tan irónica y exótica. Pero revela una predilección por lo extremo que me persiguió hasta la vida adulta”.
“Cuando la Bestia se Arrastra hacia Belen para nacer” fue su primer libro de no ficción, y se destaca por considerarse uno de los primeros ensayos de crítica social. Mientras que en “El Álbum Blanco”, libro que le tomó 10 años escribir, encontró una voz particular en la que registra toda una época.

Años más tarde, la tragedia la encontró por partida doble cuando a fines de 2003, su hija Quintana fue internada en urgencias por una gripe que la derivó a terapia intensiva. Entretanto, en ese mismo lapso, su marido sufrió un infarto mientras cenaban.
“Nos sentamos. Mi atención estaba en la ensalada. John hablaba, y luego no. Su mano izquierda se levantó y quedó congelado. Recuerdo decir “No hagas eso”. Cuando no respondió, lo primero que pensé fue que se había ahogado. Recuerdo intentar levantarlo de la silla para aplicarle la Heimlich. Recuerdo la sensación de su peso cuando cayó. Primero contra la mesa, luego contra el piso.”
Su hija seguía en terapia intensiva cuando su marido murió.
“El dolor resulta ser un lugar que nadie conoce hasta que se llega. Sabemos que alguien cercano a nosotros puede morir. Esperamos sentirnos conmocionados. No esperamos que esta conmoción sea arrolladora, y que transforme tanto al cuerpo como al alma. Podemos esperar quedar postrados, inconsolables, locos con la pérdida. No pensamos estar literalmente locos. Alguien cree que su marido está por regresar y necesitará sus zapatos. Ni tampoco conocemos la ausencia interminable que sigue, el vacío… la implacable sucesión de momentos, distante los cuales confrontamos la experiencia del sin sentido mismo.”
Sobre ello escribió en “El año del Pensamiento Mágico”, y más tarde en “Noches Azules”, donde a través de la profundidad de su sufrimiento, retrata cómo nos sentimos al perder para siempre a las personas que amamos.
Joan Didion destaca por sus retratos de época, pero sobre todo resulta una autora de suma relevancia porque construyó una nueva forma de contar y narrar historias desde lo personal. Aún sumida al dolor pero siempre firme en su cordura y entereza.
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