Al principio, estaba escéptica respecto a leerlo dado el sinfín de comentarios sobre el estado emocional que genera y lo fuerte que puede resultar para algunos lectores. Y es que la novela parte muy simple, con estos amigos varones que se juntan a comer, gossipear e ir a fiestas por Nueva York, y me pregunté dónde estaba todo ese drama del que me habían advertido. Y ahí reside el enorme talento de Yanagihara porque cuando menos me di cuenta, estaba inmersa en un novelón imposible de dejar de lado. Fueron tres días en los que devoré 1004 páginas (y derramé no sé cuantos litros de lágrimas).
Pienso que esa imposibilidad de dejar de leerlo, y el vacío que te deja, es en parte consecuencia de su propia génesis, cuando Yanagihara fue incapaz de ver a sus amigos, salir o hacer cualquier otra cosa que escribir sobre Jude, Willem, Malcom y JB. Fueron 18 meses de lo que la autora califica de un período de delirio febril.
No pretendo en este artículo ahondar en detalles sobre la historia en sí misma sino en todo lo que me generó, pues pocas veces se ve en una ficción una novela que aborde tantos puntos sobre los que reflexionar, convirtiéndola en una obra inolvidable.
Es palpable la sensibilidad de Yanagihara al marcar su estilo narrativo desde el retrato de los tiempos de hoy, aunque sea una novela atemporal, donde prima el planteo de la condición humana, las relaciones y nuevas estructuras de familia, la adultez y la amistad como eje sobre el que orbitar. Son temas que no se leen a menudo en la ficción, como la incapacidad del abusado de salir adelante cuando ha sido víctima reiterada de violencia y extrema crueldad y la responsabilidad y dificultad que recae sobre el círculo cercano para mantener con vida a alguien que no quiere vivir. Otro de los puntos interesantes, es el abordaje de estilos de vida y relaciones que en otros tiempos sonaban disfuncionales o imposibles, no casarse, no desear tener hijos ni crear una familia tradicional, sino una basada en la amistad y en las personas a las que eliges como familia. Sobre este punto, Yanagihara comenta que se basó en su propio estilo de vida, sin marido, sin hijos y donde sus amigos son el centro de su vida.
“Parte de este libro es un homenaje a la forma en que mis amigos y yo vivimos: vidas sin hijos, sin matrimonio, vidas que rara vez ves representadas en el arte popular, a menos que sea un chiste o una tragedia, vidas que muchos no consideran completas , adultez legítima «.
Tan poca vida es una novela que sí es cierto, te destroza, te deja emocionalmente agotado, pero es también un punto de inflexión sobre la condición humana y el sentido mismo de la vida (¿es más fácil hacer oídos sordos al sufrimiento ajeno porque nos da miedo que esa persona nos deje de hablar si insistimos en que necesita ayuda? ¿podemos obligar a vivir a quien no quiere?). Es una novela sobre el amor y esos amigos que aunque pase el tiempo y se tomen caminos distintos, su amor incondicional siempre estará ahí, aunque creas y te repitas que no los necesitas.
Comparto además algunos insights muy interesantes que descubrí de la novela y que me han vuelto aún más fan de Yanagihara.
«Hombre orgásmico”

Uno de los atractivos, a primera vista de la novela, es sin duda su portada. Una fotografía ambigua, en la que no sabemos si el hombre expresa placer o dolor. Su autor es Peter Hujar y forma parte de una serie de fotografías de los ’60. Conservarla como portada fue otra de las luchas de la autora en defensa de su obra.
Crueldad y morbo
De Tan poca vida se ha dicho mucho, pero sobre todo se la ha criticado por el nivel de crudeza con la que Yanagihara describe escenas de abuso y violencia, que hacen incluso dudar de continuar su lectura. Varios las consideran innecesarias.
La novela se publica así
Otra de las peleas de Yanagihara fue con su propio editor, quien la aconsejó dar un respiro al lector dejándole a su imaginación las escenas más duras de la novela. La autora exigió mantener intacto el manuscrito, pues todo lo descrito nos permite explorar la historia de alguien que experimenta un trauma del que nunca podrá volver.
“Quería que hubiera demasiada violencia en el libro, pero también quería que hubiera una exageración de todo, una exageración de amor, de empatía, de piedad, de horror”. Hanya Yanagihara
Inspiración y creación
Desde muy joven Yanagihara coleccionó de forma inconsciente una serie de fotografías, tapas de revistas y pinturas atractivas a su ojo sin saberlo que le servirían de inspiración para para la creación de sus personajes y su historia. Les comparto algunas de ellas.
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