John Carpenter, el maestro de las películas de terror, dice que los monstruos son la expresión de nuestras partes más peligrosas, viciosas y crueles. Qué en verdad los monstruos están ahí afuera y somos nosotros. La Llorona es un poco eso, porque nos muestra la historia de un país (y podría ser la de toda Latinoamérica) marcado por un pasado sangriento y doloroso que al día de hoy sigue causándonos horror.

Durante la guerra civil de Guatemala el dictador Efraín Ríos Montt, quien fue jefe de estado entre 1982 y 1983, llevó adelante la masacre de decenas de miles de campesinos mayas, acusados de pertenecer a la guerrilla marxista. Mucho tiempo después tuvo un juicio sin castigo. Idéntico es lo que ocurre en La Llorona, donde Enrique Monteverde, quien estuvo frente al genocidio, vive con su conciencia tranquila mientras lo escrachan a diario desde la vereda de su casa, con gente gritándole asesino mientras le tiran con piedras, panfletos con fotos de desaparecidos y bolsas con sangre de vaca. Nada de esto parece perturbarlo, ni a él, ni a su familia privilegiada, que se echa al sol en el jardín y practica yoga al son de las protestas.
Entremedio Enrique Monteverde, este hombre senil al que su nieta googlea en internet para saber si lo que dicen de él es cierto, no puede dormir escuchando los llantos y lamentos que se intensifican con la llegada de Alma, una joven indígena que le recuerda sus días “de gloria”.

Todo en La Llorona está circundado por los fantasmas políticos del pasado pero también por cómo las mujeres son perseguidas por los hombres y tomadas como objetos sexuales. «Quería usar La Llorona para decir ‘¡Basta de eso!’”, comenta en una entrevista el director y co-guionista de la película, Jayro Bustamente.
Porque todas esas mujeres que vieron la cara más horrorosa del ser humano, forzadas inclusive a callar y matar, son las que tomadas de las manos, entre susurros y rezos, ruegan por justicia y por qué no, venganza. Es lo que hace de La Llorona una obra maestra, imprescindible para cualquier amante del cine.
Deja una respuesta