Conocí a Los Hermanos hace largo tiempo atrás en la PUC de Rio. Por esos años, Marcelo Camelo y Rodrigo Barba, tocaban en una banda que pretendía ser hardcore pero que en realidad, no se ajustaba demasiado a los parámetros del género, ya sea por las letras (por lo general hablaban de (des)amor) como por la parsimonia de Camelo sobre el escenario. Al poco tiempo se sumó Rodrigo Amarantes y Patrick Laplan.

En el ´98 lanzaron el primer disco, tocaron en varios festivales independientes y fueron considerados la gran revelación de la escena musical brasilera. Me acuerdo que en ese entonces tenía pegado el «oh Anna Ju-lia, ah ah ah», tema de gran éxito pero que generó muchas dudas. ¿Estos tipos eran talentosos o solo se trataba de otra banda con un one hit wonder y chao?

Los cuestionaron bastante y hasta los llegaron a llamar losermanos por su sonido, pero sobre todo por la voz «llorona» de Camelo. Con el lanzamiento en el 2001 de Bloco do Eu Sosinho y Ventura en el 2003, no quedaron dudas. Los Hermanos era una banda sólida. Con una mezcla perfecta entre indie rock, samba, MPB y ese sentimiento tan particular que sólo los brasileros entienden: la saudade. Eso que algunos llaman melancolía feliz y que embriaga 4, disco lanzado el año pasado.

Sus letras son bellas. Poéticas. Me gustan las palabras que usan y cómo las usan. La forma en que dicen las cosas. Hay un par de canciones que son para destacar como Primeiro Andar («Necesito caminar, un solo camino, voy a buscar a alguien, porque ni siquiera sé quién soy»), Condicional («Sé que es una dulzura amarte, lo amargo es quererte para mí»), Sentimental («¡Ella es más sentimental que yo!, entonces queda bien, Si yo sufro un poco más»), Paquetá («Del amor un amuleto hice, lo dejé por ahi, descuidé de él, casi lo largué, quise dejarlo caer/ Pero no lo dejé, lo agarré en el aire, y hoy sé, sin ti soy para cagadas»).

Son buenos. Simpáticos como todo brasilero y mañana van a estar tocando en Buenos Aires.

No deberían perdérselo.