
Tipo 1, después de pensarlo varias veces, entre si quedarme en La Plata o ir a Capital a ver a Peyotes, caí en 55, 6 y 7 para ver por segundo sábado consecutivo a Mujercitas Terror en lo que sería su primer gig en La Plata, invitados por Él Mató a un Policía Motorizado.
El lugar (local de MST), era el segundo piso de una gran casona en el centro de la ciudad, totalmente vacía, con piso de madera y varias habitaciones vacías. En la destinada para el show, apenas cinco personas entre ellos los Mujercitas (esta vez con baterista) probando sonido.
Saludos de por medio, comentarios para ponerse al día de lo sucedido en la semana y la amiga Nenet que llega para comenzar con la cerveceada(?) (que de hecho había comenzado previamente en casa).
Cerveza en mano y de regreso al roompartyroom, el Nene ya destrozaba micrófono, oídos y amplificadores con la compañía de Daniela Zhara (M.T.) con esa hermosa y bizarra cajita musical. Más cervezas y el lugar ya estaba copado.
Tipo 02.30hs, Mujercitas Terror tomó posesión del rincón de la casa, donde una enorme muñeca de espuma colgaba desnuda de una escalera. En un segundo todo el lugar se vio invadido por bailes esquizofrénicos motivados por la particular voz de Marcelo, que además de desplegar energía con simples movimientos, emanaba junto a Daniela (bajo y voz) la sensualidad de cada tema, transportándote adonde sea y con quien sea. Lejos me sacaron las ganas del show anterior donde apenas tocaron 5 temas. Fue alrededor de hora o más de puro descontrol. Sin duda el súper hit
desayuno de campeones y el baile desquiciado gentileza de
pájaros descuartizados.
Pequeño break para comentarios entre copas (
“Tenemos que sacar un disco”, definitivamente,
«hay que volver a La Plata que rockea mal!»(?),
«están todos locos»).
Comienza El Mató a un Policía Motorizado. No cabe un alfiler ahí adentro. Al primer punteo de guitarra la gente se disipa entre saltos, bailes, agite de cabezas y golpea los pies contra el piso.
Es imposible no dejarte llevar por la marea, y en esa imposibilidad, ya sea de que la “masa” te lleve a moverte y te impide mantenerte quieto, entre zamarreos ruteros (?) perdí un zapato (op!) –sensación nada linda- y al no dar con su paradero debí recurrir a la ayuda del gran Chango (bajo – voz de El Mató), quien al instante recuperó ese accesorio que le devolvió sentido a mi vida (!?) – chango, ídolo!-.
Cover de Flema incluido, agite, gente tirada en el piso. Nadie quería estar en otro lugar que no fuese ese, ningún otro rincón, aunque amontonados y empañados, pero presenciando ese que, en mi opinión, ha sido de los mejores recitales de lo que va del año. Lo cual me hizo plantear si podía ser cierto tal comentario sobre si el El Mató es o no la banda del momento, porque después de un recital como estos da para preguntárselo y sobre todo, no asombrarse con la respuesta.
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